Taller de Reparación

Noviembre 2024

Junto a nuestras amigas y amigos de @spare.agency, rediseñamos nuestro Árbol de Decisiones para realizar un taller de reparación en la Casa Cultural Palermo, en Medellín. Allí nos encontramos con personas y organizaciones comprometidas con iniciativas que resisten al consumismo y promueven la sostenibilidad.

Inspirados por una pregunta que puede parecer simple, pero que tiene múltiples capas —¿todo puede ser reparado?— abrimos un espacio para explorar los límites, deseos y posibilidades de reparar, no solo objetos, sino también relaciones, memorias y afectos.

Este taller fue también una forma de rechazar la lógica de la obsolescencia programada que dicta cuándo desechar, olvidar o reemplazar. Nos preguntamos:

  • ¿Qué tanto queremos reparar?

  • ¿Qué tanto podemos?

  • ¿Qué tanto necesitamos?

  • ¿Y qué ocurre cuando nos rendimos ante la imposibilidad de reparar algo?

A través del Árbol de Decisiones, muchas respuestas revelaron tensiones entre voluntad y realidad. Querer reparar no siempre basta: hace falta tiempo, saberes, redes, recursos. Algunas personas sintieron que reparar todo sería un privilegio. Otras reflexionaron que el dolor de desechar no siempre significa querer conservar. Y algunas compartieron que reparar puede ser una práctica profundamente política: una forma de desacelerar y resistir.

También creamos un dispositivo performativo inspirado en la filosofía japonesa del Kintsugi, en el que invitamos a romper deliberadamente una pieza de cerámica para luego reflexionar:

“¿Qué tan dispuesto(a) estás a reparar un objeto dañado que hayas olvidado?”

Lo interesante fue ver cómo el acto de romper, aunque voluntario, generó incomodidad. A algunas personas les dolió soltar la pieza; a otras, el sonido les estremeció. Romper no fue tan sencillo como se pensaba. Reparar, aún menos.

Después, cada quien intentó reparar la pieza rota.

  • Quienes estaban muy dispuestos, encontraron el proceso más frustrante: no era tan fácil como imaginaban.

  • Quienes estaban medianamente dispuestos, usaron la creatividad para resignificar lo roto.

  • Quienes no estaban dispuestos, también repararon… y algunos se sorprendieron con el resultado.

Este ejercicio abrió una conversación sobre el sentido estético y emocional de las grietas. Sobre cómo, a veces, reparar no es volver al estado original, sino transformar, reinterpretar, resignificar.

Al final, algunas personas se llevaron su pieza reparada. Otras la dejaron atrás. Pero todas, de una u otra manera, transformaron algo más que un objeto.

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