¿Podría una máquina aprender a ser creativa?
¿Es la creatividad algo exclusivo de los seres vivos-orgánicos? Esta pregunta, que parece sacada de una charla de madrugada entre amigxs, es en realidad el punto de partida de una investigación que nos llevó a prototipar una instalación digital. La inspiración vino del libro Programados para crear, de Marcus du Sautoy, donde el autor se pregunta si las máquinas, con sus códigos, datos y cálculos, podrían considerarse creativas.
Una de las historias que más nos impactó del libro fue la del proyecto The Next Rembrandt. Allí, un equipo de ingenierxs, historiadorxs del arte y desarrolladorxs alimentó un algoritmo con 346 obras de Rembrandt para que aprendiera a pintar como él. El sistema reconoció patrones tan profundos —formas de componer, de iluminar, de sombrear rostros— que probablemente ni el propio Rembrandt habría sabido nombrar. El resultado fue un nuevo cuadro, creado siglos después de su muerte, que lleva por nombre “The New Rembrandt”. Es un retrato que no existía, pero que podría haber existido. Una obra que plantea una pregunta inquietante: ¿pintar después de la muerte es posible si hay datos suficientes?
A partir de ese ejemplo, nos propusimos no solo pensar esta pregunta, sino también habitarla con el cuerpo. Creamos un prototipo de instalación digital que invita a experimentar con esta tensión entre lo humano y lo algorítmico, entre lo vivo y lo programado. No queríamos una respuesta cerrada, sino una experiencia que hiciera sentir la pregunta en la piel.
¿Cómo se siente crear junto a una máquina? ¿Qué ocurre cuando el cuerpo entra en diálogo con un sistema que también “decide”? ¿Quién firma una obra que surge de esa interacción?