Kintsugi con datos
¿Qué tan dispuesto(a) estarías a reparar un objeto dañado que hayas olvidado?
Estos dispositivos fueron diseñados junto con nuestros amigos y amigas de SPARE
Inspirados en la filosofía Kintsugi, diseñamos este dispositivIo para reflexionar sobre el significado de las grietas y el conflicto, tanto en los objetos como en las relaciones humanas. No existe pieza más bella ni con mayor sentido que aquella que celebra sus imperfecciones.
¿Y si reparar no significa volver al estado original del objeto, sino transformarlo? En @contradatospregunta creemos que transformar nuestra cultura estética nos permitiría concebir nuevas formas de consumo y de relación con lo que adquirimos.
Para empezar, los participantes cogieron una pieza de cerámica que debían romper. Posteriormente, respondían a la siguiente instrucción:
Piensa en un objeto que esté dañado y que ya no sea tan importante para ti, ¿qué tan dispuesto(a) estás a repararlo?
Dividimos las respuestas en tres rangos de altura desde los cuales soltaron la pieza:
Muy dispuesto(a): soltaron la pieza desde una altura de 180 a 121 cm. Participaron 4 personas, lo que representa un 33% del total. La mayoría se concentró más en la pregunta que en la pieza de cerámica, aunque romperla voluntariamente les generó dolor. Señalaron que, más allá del daño, lo importante es la disposición a reparar.
Algo dispuesto(a): soltaron la pieza desde 120 a 61 cm. Participaron 5 personas, lo que representa un 42%. Este grupo mostró reflexiones diversas: algunos se enfocaron en la pregunta con tranquilidad, mientras otros dudaron al soltar el objeto por la incomodidad que les producía el sonido y la idea de tener que repararlo.
Nada dispuesto(a): soltaron la pieza desde 60 cm o menos. Participaron 3 personas, lo que representa un 25%. Aunque también expresaron dolor al soltar la pieza, se distinguieron por considerar el esfuerzo que implicaría la reparación. Por eso evitaron soltarla desde mayor altura. En general, priorizaron el cuidado de la pieza sobre la pregunta del dispositivo.
Fue muy interesante observar cómo el sonido de la pieza al romperse estremecía al público. El hecho de haberla escogido segundos antes intensificó la incomodidad y la molestia. Reflexionamos sobre cómo tenemos muchos objetos dañados que, aunque no los usemos o los hayamos olvidado, nos causan dolor cuando consideramos la posibilidad de desecharlos o despedirnos de ellos.
Posteriormente, los participantes repararon la pieza que habían soltado:
Para quienes estaban muy dispuestos, la reparación resultó más difícil y frustrante. Esto generó una reflexión sobre cómo el proceso de reparar es un camino complejo que depende tanto del nivel de daño del objeto como del vínculo emocional que tengamos con él.
Para quienes estaban algo dispuestos, la reparación también fue difícil, aunque encontraron técnicas creativas como usar el polvo para crear una pasta y rellenar los huecos. Surgió un interesante debate entre quienes buscaban restaurar la pieza a su estado original y quienes consideraban que reparar no significa buscar la perfección, sino resignificar el objeto y encontrar belleza en sus grietas y fragmentos.
Para quienes estaban poco dispuestos, la reparación fue más breve, y algunos expresaron satisfacción y aprecio estético por el resultado final.
Además, resaltaron que para reparar objetos se requiere de recursos y de conocimientos técnicos, por eso mostraron interés en consolidar una comunidad alrededor de la reparación.
Al finalizar, el grupo se dividió entre quienes conservaron su pieza por el valor emocional adquirido durante la reparación y quienes decidieron descartarla, ya fuera por falta de conexión emocional o por imposibilidad de repararla.